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Los visos de rehabilitación social se pierden en 2019

ENTORNO. Antes, los reos elegían comités disciplinarios y podían seguir sus estudios

MARIETA CAMPAÑA Y SARA ORTIZ campanam@granasa.com.ec ■ QUITO

La rehabilitación social de los internos de las cárceles no ha pasado de una utópica oferta de candidatos o autoridades de turno. Pero si acaso hubo visos de ella, se pierden totalmente en 2019, cuando la violencia escaló a niveles de irracionalidad. Hasta antes de ello, los presos aún podían elegir a sus dirigentes ante las autoridades o formaban comités de disciplina que sancionaban la violencia interna. Y mientras cumplían sus penas podían completar sus estudios básicos o iniciar una carrera universitaria.

EL DATO

Hacinamiento. La población carcelaria era de 19.520 internos en 2007, bajó a casi 9.000 por indultos, pero luego volvió a subir a los actuales 40.000.

Cuando ellos salían, tenían un capital de inicio y podían entrar con su emprendimiento.

RICARDO ARTEAGA

Extitular de trabajadores carcelarios

El correísmo recibió las cárceles con poco más de 19.520 personas privadas de la libertad y las dejó abarrotadas con alrededor de 40.000.

Llegó en 2007. Comenzaba su gobierno y Rafael Correa concedió indultos, entre otros, a las llamadas ‘mulas del narcotráfico’. La población penitenciaria se redujo a casi 9.000.

El logro duró poco. En los siguientes años, las cárceles se volvieron a llenar. Al dejar Correa el poder, al menos tres megacentros carcelarios albergaban cerca de 20.000 presos y la población carcelaria sufría un 40 % de hacinamiento.

Hasta 2009, las preocupaciones de los presos eran conseguir que se cumplan sus beneficios carcelarios como el 2 por 1, las rebajas de penas y otros. Para lograrlo se amotinaban, subían a los techos de los pabellones y lograban sentar a las autoridades con los dirigentes del Comité de Internos que ellos mismos habían elegido.

Eran otros tiempos. La rehabilitación no era completa, pero había. Muchos obtuvieron carreras universitarias, oficios, artes y otras posibilidades que les permitieron cumplir sus penas y reinsertarse en la sociedad.

“Había violencia, claro, pero no como ahora. Había un comité disciplinario de presos”, dice Clímaco. Fue presidente de la Cárcel N° 2, de Quito.

Sus días de encierro, aunque duros, los recuerda con cariño. Sentenciado por narcotráfico a 18 años, Clímaco aprendió allí su actual: abogado de tránsito.

“Lo que marcaba la diferencia era la organización interna”. Hasta el 2014, antes de ser llevados a la cárcel Regional de Latacunga, los presos celebraban elecciones. Seleccionaban a su directiva. El presidente, secretario, vocal de seguridad y de asuntos internos.

“Si había un apuñalado, porque pasaba, la directiva iba a hablar con los implicados. Se les daba alguna sanción, como quedarse sin visitas o limpiar los baños. Hasta los malos nos respetaban. Ahora, es la ley del fuerte”, dice el exdirigente.

Itania Villarreal fue dos veces directora del otrora penal García Moreno. Le tocó desarmar al menos dos amotinamientos. Alguno duró varios días que se saldó con una negociación. Por esos días, los presos se desangraban, se crucificaban o retenían a sus familiares hasta negociar su salida.

Villarreal recuerda que la irracionalidad vino alrededor de 2019, cuando fue asesinado alias El Cubano. William Poveda fue decapitado el 11 de junio de ese año. Con su cabeza, sus asesinos jugaron fútbol. Ocurrió en un ataque armado en la cárcel Regional de Guayaquil. Él fue el cabecilla de Los Cubanos. Cumplía una condena de 25 años de prisión por el asesinato de la exdirectora de la Penitenciaría del Litoral, Soledad Rodríguez, ocurrido en 2010.

Un miembro de Inteligencia, quien pidió la reserva de su nombre, señaló que durante el correísmo se cambió al sistema de rehabilitación por un sistema de hacinamiento, el mismo que fue entregado a exmiembros de Alfaro Vive Carajo para su administración.

Afirma que Correa hizo que “las cárceles se conviertan en cuarteles generales de cada grupo pandillero y delictivo a los que favoreció”. A eso suma las leyes que se aprobaron relacionadas, por ejemplo, con la tabla del consumo de drogas, las autoridades nombradas sin experiencia alguna. Pero no solo eso. Cita una supuesta alianza con las FARC, ELN.

Ricardo Arteaga era presidente de los trabajadores de la Dirección de Rehabilitación. Él recuerda que en esos años se trabajaba de la mano del representante de los presos. Era parte del Directorio de Rehabilitación Social y era quien llevaba los problemas y las inquietudes de los reos para que las autoridades presenten las soluciones.

Había elecciones en las que los detenidos escogían un delegado por pabellón y dos presidentes por Quito y Guayaquil. Había un presidente nacional. Washington Gruezo era el presidente del Comité de Internos, grupo que desapareció durante el correísmo. Fue elegido por los privados de la libertad. Tenía una sentencia por presunta violación. Según exfuncionarios, él cumplió al menos 16 años de cárcel. En ese tiempo representó a los presos en las negociaciones con las autoridades. Se graduó de abogado y luego obtuvo su doctorado y ahora litiga en los tribunales de la República. De este modelo quedan solo recuerdos.

EL DETALLE

Organización. Los presos seleccionaban a una directiva de la cárcel mediante votaciones. El presidente y vocales los representaban y ponían orden entre grupos.

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2022-05-23T07:00:00.0000000Z

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