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Constitución partisana

JOAQUÍN HERNÁNDEZ ALVARADO colaboradores@granasa.com.ec

La Convención chilena terminó el texto de la propuesta de la nueva constitución que, de ser aprobada, regirá para el país del sur. Los pronósticos no son buenos. Chile es un país polarizado y se suponía que esta constitución iba a permitir salir de los enfrentamientos verbales y físicos en que se ha fragmentado la sociedad chilena.

La Convención, que empezó sus labores con un alto nivel de aceptación después de los disturbios de 2019 y de la pandemia con su secuela de víctimas, quiebra de negocios y desempleo, alteración en fin de la convivencia existente, ha ido perdiendo en el camino la aceptación. Tanto, que en un momento el propio presidente de Chile, Gabriel Boric, advirtió del riesgo de que saliese, como producto final, una “constitución partisana”. En este momento, entre la no aceptación y la indiferencia, el voto en contra supera por diez puntos al sí.

En un artículo que expresa la sin salida en la que Chile se encuentra frente al nuevo texto constitucional, el intelectual y periodista, Cristián Warnken, columnista de diario El Mercurio de Santiago, resumió en el artículo Solo un Dios podrá salvarnos, la situación sin salida: “El borrador de la nueva constitución (que estoy leyendo lentamente y con el menor prejuicio posible, para no caer preso de la ira yo mismo) no parece vaya a sacar a Chile de la polarización (caldo de cultivo de la ira), sino que puede estancarnos ahí, empantanarnos en un punto ciego en que los

El problema de las izquierdas y de las minorías en permanente pie de guerra es que en su frenesí por incluir, excluyen a todos aquellos que no piensan como ellos pero que forman parte del país, y sobre todo el sentido común’.

países empiezan a autodestruirse a sí mismos cuando no son capaces de dibujar un mapa compartido”.

La mayoría de la Convención al parecer, no entendió que su mismo mandato fue producto de una etapa donde los enfrentamientos iban perdiendo velocidad y donde empezaba a primar la necesidad de diálogo. El problema de las izquierdas y de las minorías en permanente pie de guerra es que en su frenesí por incluir, excluyen a todos aquellos que no piensan como ellos pero que forman parte del país, y sobre todo el sentido común.

La frase de Warnken es la que Heidegger utilizó cuando le preguntaron si la filosofía podía todavía salvar a la humanidad.

Opinión

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2022-05-23T07:00:00.0000000Z

2022-05-23T07:00:00.0000000Z

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