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LOS QUE REGRESAN, PERO NO A CASA

■ Los que no hallan suerte y buscan un mejor porvenir. Este es el caso de Jonathan Hurtado, quien reposa bajo un porche sombrío de la Plaza de Armas de Huaquillas junto a su esposa y sus dos hijos, de diez y ocho años, rodeados de mochilas, maletas, mantas y peluches. Hace días que los cuatro duermen aquí, donde, según relata, llegaron `por trochas' y a merced de los coyotes que sostienen ese `negocio sucio' de los pases ilegales. Vienen caminando desde Lima, una distancia de 1.290 kilómetros y no saben hacia dónde se dirigen, aunque, por ahora, regresar a Venezuela no es una opción, por lo que se debaten entre intentarlo en Ecuador o en Colombia. Jonathan ya pasó varios meses en ambos países con su familia, que salió de su país natal en 2017 por `un problema político'. Según dice, era chofer de un ministro hasta que lo

Venezolanos. Esperan que mejore la situación. despidieron “injustificadamente”. Regresar a Venezuela tampoco está en el radar de Gladys porque, pese a reconocer que se muere por volver, la mujer asevera que primero necesita “encontrar un trabajo donde pueda recoger algo de efectivo”, mientras reza y espera que se cumpla su sueño lejano: que su país `se estabilice'.

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2022-05-23T07:00:00.0000000Z

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