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Yemen, un país en guerra bajo tutela saudí

Siete años después del conflicto, 30 millones de yemeníes, con hambruna

Las vistas en el ascenso al palacio presidencial de Masheeq son tan espectaculares como delusorias. El azul del golfo de Adén evita que la mirada se pose en la destrucción y la miseria del camino que conduce hasta allí. También el nombre engaña. No hay palacio ni presidente en Masheeq. El modesto complejo hace las veces de sede del Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen y alberga a su primer ministro, Maeen Abdelmalik Saeed. Pero las decisiones importantes no se toman allí, sino en Riad, la capital de Arabia Saudí.

La sombra de esa tutela se percibe nada más aterrizar en Adén, la capital “provisional” de Yemen. Un mensaje en el móvil de la telefónica saudí desea “una estancia agradable” en el país. Riad también veta quién entra, ya que controla el espacio aéreo yemení. A principios de abril, Arabia Saudí impuso la dimisión al desacreditado presidente Abdrabbo Mansur Hadi y lo remplazó por un Consejo Presidencial de ocho miembros encabezado por Rashad al Alimi. Desde entonces, el primer ministro comparte Masheeq con Al Alimi.

Saeed (Taiz, 46 años), un ingeniero educado en El Cairo, formó parte del llamado Diálogo Nacional que intentó asegurar una transición pacífica después de las protestas de la primavera árabe. Su nombramiento en 2018, con el apoyo saudí, careció de consenso. “Hay yemeníes que ven las cosas de forma diferente a nosotros”, declaraba a un grupo de periodistas que visitó Adén con el centro de análisis Sana’a Center, antes de la formación del Consejo Presidencial. “Diferente” suena a eufemismo en un país que lleva siete años en guerra.

Todo empezó a raíz de que los rebeldes Huthi (un grupo político-militar que se proclama defensor de la minoría chií zaydí y cercano a Irán) tomaran Saná y depusieran al presidente Hadi a principios de 2015. Este se refugió en Adén y la declaró capital ‘provisional’ de Yemen. Pero el intento de mantener el Estado en pie se hizo trizas cuando los sublevados del norte (con el apoyo de parte del Ejército fiel al antiguo presidente Ali Abdalá Saleh) decidieron avanzar y las fuerzas leales fueron incapaces de repelerlos.

Hadi huyó a Arabia Saudí, que intervino al frente de una coalición militar y logró expulsar del sur a los Huthi, al precio de dejar Adén llena de cicatrices.

A partir de ahí la guerra con el norte se estancó, pero en el sur el desalojo de los rebeldes había abierto la caja de Pandora. La invasión reavivó el espíritu separatista de esa parte de Yemen, que fue independiente desde el fin del mandato británico en 1967 hasta la unificación en 1990. El desencanto siempre a flor de piel por el resultado de aquella experiencia salió a la calle en forma de protestas populares del Hirak (Movimiento). Uno de los grupos independentistas, el Consejo de Transición del Sur (STC en las siglas inglesas que todo el mundo usa) capitalizó el malestar y se hizo con el poder, gracias en buena medida al apoyo de Emiratos Árabes Unidos, uno de los países integrantes de la coalición saudí.

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2022-05-23T07:00:00.0000000Z

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